de mantenerme despierto.
Un cartel luminoso me recuerda
dónde me hallo.
El monótono, invariable
murmullo del motor
no hace más que extenuar mis sentidos,
frustrados,
por el anhelo de un colchón
en el que yacer.
Desesperanzado,
recuesto mi cabeza en la cortinilla.
Ya llegaré a casa.